martes, 8 de octubre de 2013

LA MANTA

La semana pasada el guiri y servidora agarramos un virus de estómago de esos de no te menees.
De no te menées a menos de dos metros del señor Roca, conocido por estas latitudes como Herr Klo.
Durante dos días estuvimos abrazados a él contándole nuestras miserias más íntimas.
Y os preguntaréis ¿y la alegre pandilla?.
Pues no.
Clara toma teta, y según las entendidas eso protege una barbaridad.
¿Y Zipi y Zape?
Pues tampoco.
Y hoy os voy a revelar el secreto de su poderoso e infalible sistema inmune o inmunitario o como se llame.
Aunque La Nasa, El CSIC e incluso el programa de Ana Rosa me han ofrecido una millonada y están pensando abrir una investigación sobre el fenómeno.
Hoy en exclusiva para vosotros: La Manta
Esa manta que compré hace dos añitos, azul, amorosa y mullida y hoy parece el pellejo de un Gremlin.
…de los malos.
Esa manta que pasean por TODAS PARTES con más garbo y salero que Lola Flores la bata de cola.
Esa manta que tiene más sellos en el pasaporte que los baúles de la Piquer.
Así como en Svalbard hay un banco mundial de semillas, nosotros tenemos LA MANTA
Es algo así como un Arca de Noé con todos los ejemplares de gérmenes, bacterias y ácaros de Europa (estamos pensando en ampliar la familia y dar el salto de continente).
Es lo que tiene no poder  salir de casa  sin ella.
No hay nada en el mundo, ni chupete, ni abracito de mamá ni galleta de chocolate, ni pato, capaz de consolar como un mordisquito a la esquina más negra de la manta. De ahí que Zipi y Zape sean la versión gemelar de Rasputín, que a base de tomar chupitos de cianuro, se hizo inmune al veneno.
Cuando ya no me podía ni acercar a ella por el pestillo que desprendía tuve la osadía de lavarla.
Pelapollos monumental. Drama casero y una noche sin dormir mientras se secaba. Y cuando se la devolví, aquella ya no era su manta, esta era asquerosa y olía a suavizante.
Entonces decidí comprar la “manta suplente” la Iker de las mantas. Así podría lavar una mientras usaban la otra.
Me recorrí la tienda sobando todas las mantas para encontrar la textura perfecta idéntica a la manta titular.
Lo único que conseguí fue tener cuatro mantas asquerosas en vez de dos.
Mi última esperanza es que algún día, a fuerza de roña, salgan corriendo ellas solas a la lavadora, o escapen de sus dos pequeños tiranos y no las volvamos a ver.
De momento ahí siguen, reliaditos en ellas noche y día, y sin pillar ni el más mínimo de los virus los puñeteros. No sé si esconderlas o  comprarme yo otra.
Ya sabéis, ¡dejáos de medicina preventiva y compráos una manta!



9 comentarios:

  1. Tienes toda la gracia y toda la razón, me encanta leerte.
    A una de mis nietas le pasa lo mismo con su dodó, no se lo laves porque ya pierde todo su aliciente.
    Besos

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  2. jajajaja, desde luego eres única contando las anécdotas de tus hijos. Me imagino la dichosa manta o mantas, como tienen que estar, qué asquito!!! pero, como se suele decir, no hay mal que por bien no venga, jejejeje.

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    Respuestas
    1. Ay Guadalupe!! a la relimpia que llevo dentro le repugnan esas mantas y la idea de que se las lleven a la cama, pero a esas horas los nervios ya no me dan para discutir jajajaja!!! Un besote!

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  3. Ji,ji! es que a los niños les molan así sus cosas. Cuando Clara sea más grande tendrá también una muñeca pintarrajeada y roñosa sin ropa y con el pelo trasquilado y tendrás que aguantar que la gente te diga que si no tienes para comprale otra!

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  4. ¡ Que sabiduría la de los niños ! es su manera de personalizar todo lo suyo.

    Un saludo

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  5. Si no eres Andaluza...te falta poco! Que bien me lo he pasado leyendo lo que otras madres por no perder su "perfección" no cuentan. Me encanta como cuentas las cosas!

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  6. jajajjajajajaj me voy a leer el blog de PE a PA jajajajaj lo que me puedo reír contigo

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Me encanta leer tus comentarios, así parece que alguien lee mis historietas