jueves, 29 de noviembre de 2012

El cofre del tesoro

La madrededós de nuevo al aparato

Los que seguís mi blog Maleni, sabréis que este verano, en un alarde de apañamiento (toma palabro nuevo) el guiri y yo les hicimos a los enanos una megacaja de madera reciclada de una estantería, la podéis ver aquí.
Una de las poquísimas cosas que educativamente hablando hemos hecho bien, o al menos eso creo, es que no les hemos atiborrado de juguetes, con lo cual todos vivían felices y holgaditos en esa caja que en principio me pareció demasiado grande, pero bueno, quedaba bien. En la foto parece llena, pero es que dentro estaba la alfombra donde juegan que la metí dentro para barrer.

Pero últimamente el nivel de los juguetes en la caja parecía ir subiendo y subiendo con peligro de desbordamiento.
Como ni mi guiri ni yo les hemos comprado nada desde su cumple, y ya va para medio año, la cosa empezaba a ser un tanto misteriosa.

Así que ayer, me armé de valor, y me puse a estudiar el extraño fenómeno de la caja menguante.

Con cierto recelo empecé a apartar juguetillos varios, muñequillos sin cabeza, piezas de duplo pegajosas, cochecillos sin ruedas... y entonces se desveló el expediente x.

Paso a enumerar la lista de objetos encontrados:

- 14 chupetes (ahora lo entiendo, aunque siguen faltando otros 23)
- dos globos como uvas pasas (creo que son todavía del cumple)
- 14 pinzas de la ropa
- Dos cucharas y tres tenedores (?)
- un calcetín de Rolf
- Un escurreverdura de plástico (ya lo podía yo buscar)
- Unas bragas mías (limpias, por suerte)
- Las llaves de repuesto del coche nuevo
- tres collares míos
- un móvil viejo
- dos tuppers con tapa y todo (deben ser los únicos de la casa que la conservan. (El que tenga todos los tuppers con tapa que levante la mano... ¿veis?, nadie)
- dos rollos nuevos de papel higiénico (??)
- un bote de suavizante para el pelo
- mi crema de noche
- Una sandalia mía de verano (no sé de donde cuernos la han sacado)
- ocho o diez galletas y un bretzel más tieso que la pata de Perico
- tres gusanitos correosos
- Una pieza de plástico que creemos que pertenece al fregadero, pero no estamos seguros
- Una PMINI (pequeña masa informe en avanzado estado de descomposición que todavía no hemos identificado)
- un par de cortapastas navideños que me imagino que han sido sus últimos trofeos, porque los saqué el martes para empezar con las galletas y todavía no me había dado tiempo a echarlos de menos.

Por suerte y a pesar de la afición que le tienen a practicar la esgrima con él, me habían respetado el escobillo del váter.

Sólo se me ocurren tres explicaciones ante tal afán acumulatorio de estos dos pequeños Diógenes:
1. Realmente hemos sido demasiado estrictos en el tema de los juguetes y les faltaban estímulos
2. Han jugado demasiado con Mariano, el hamster.
3. o estamos criando a dos pequeños delincuentes y nos vamos a tener que andar con más ojos que un queso en la próxima visita al Corte Inglés.

Cuando me vieron salir de la habitación con aquel arsenal, me siguieron uno detrás de otro indignados a la cocina, donde vieron con verdadero horror como tiraba algunos de SUS tesoros a la basura y luego detrás de mi por toda la casa mirando atentamente donde recolocaba todo lo demás.
Mucho me temo que han tomado buena nota, porque les pillé tres veces intentando abrir a hurtadillas la tapa del cubo, así que creo en breve tendré que hacer otra ronda.

Si en casa habéis echado de menos algo, no dudéis en llamarme y echo un vistazo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Yo quiero tener Life Style de ese

Estoy enlazando este desahogo a la fiesta enlaces de Blanca del blog Personalización de Blogs

Hace unos meses, leyendo uno de esos blogs americanos de supermamás, guapísimas, rubísimas. delgadísimas, estupendísimas y supermegaorganizadísimas con esas casas que parecen de portada de revista, esos niños sacados de un anuncio de clínica dental y esos hubbies (o sea husbands, o sea maromos) que tan pronto les instalan un vestidor tipo Imelda Marcos como las llevan a tomar una copita de champán viendo las luces de la ciudad desde el descapotable en un alto de San Francisco vestidos los dos de anuncio de Nochevieja, pensé: yo quiero tener un blog de esos, que a lo mejor me vuelvo rubia, delgadísima y estupenda.

Lo de los niños y el maromo ya lo tengo adelantado, porque la verdad es que he tenido buen ojo y mi guiri está bastante bien y he sido mañosa en la fabricación de los niños, que solo les falta un sello de "Made in Germany" en el culo (a su mitad española no han salido mucho físicamente hablando).
Pero a mi me siguen sobrando quince kilos y sigo necesitando una casa con jardín que a ser posible se limpie sola.
Lo del vestidor tampoco estaría mal.
Me informé bien y lo primero que descubrí es que son blogs de "Life Style".
Vale.
Le pregunté a mi guiri porque yo creo que de eso no tenemos.
De eso teníamos antes.
O sea cuando los sábados todavía remoloneábamos en la cama entre sábanas limpitas y bien olientes y almohadones de plumas...
Cuando una servidora entraba en esos camisones de raso con puntillas, se levantaba de la cama como una diva para meterse en la ducha...
Cuando mi guiri bajaba a preparar un brunch de ensalada de frutas con tortitas y zumo recién exprimido y el café era un placer y no una dosis de cafeína...
Cuando vivíamos en un dúplex super estiloso para dos, sin tele porque eso era más "cool", bien decorado, con cojines que se quedaban en el sofá, adornos a los que no les faltaba ningún cacho, y suelo impecable sin restos de plátano y/o mandarina espachurrada donde organizábamos fiestas temáticas que duraban hasta las tantas con un montón de velas y un montón de amigos libres como nosotros...
Cuando nos íbamos a buscar delikatessen al mercado de Stuttgart para hacer una cenita romántica por la noche y nos dejábamos engañar por el vendedor de vinos haciéndonos los guays, comprábamos frutas de lo más extraño y quesos de lo más apestoso pero a cojón de mico (con perdón) que es como tienen que ser las cenitas románticas...
En fin, cuando teníamos todavía algo de glamour.
Ahora ya no tengo tiempo de tener estilo y con no salir a la calle con un moco del tamaño de un broche de Esperanza Aguirre pegado en la solapa, me conformo.
Incluso a un nuevo tipo de garbanzo le han puesto mi nombre. Ya no se puede caer más bajo.
Los sábados (igual que los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, domingos y fiestas de guardar) tocan diana a las siete los dos cornetas que tengo en la habitación de al lado.
Las sábanas están limpitas sólo la primera noche después de lavarlas, porque las siguientes van cogiendo cuerpo poco a poco, a base de leche pegajosa, tetes chupaos, babas y demás hasta que a la semana cuando toca lavarlas otra vez, casi se pueden poner de pie y marcharse solitas a la lavadora..
En el asunto de los camisones prefiero no profundizar demasiado.
Lo del brunch lo olvidamos hace tiempo, porque a esa hora ya estamos preparando las lentejas, el zumo nunca más ha sido natural y hemos cambiado las delikatessen por el pack ahorro.
Glamour cero.
¿O me vais a decir que una cenita romántica con queso mini babybel, macarrones fríos y coca cola hay por dónde cogerla?
De todas formas ¿una cenita romántica para qué?, si cuando llega el momento de los romanticismos te has quedado frita despatarrada en el sofá haciendo mentalmente la lista de la limpieza que tienes que hacer mañana en la cueva de los Brady.
Porque por supuesto el dúplex monísimo ha sido sustituido por un piso vulgar y corriente en la periferia. Grande, eso sí, pero con un estilo decorativo digamos... ecléctico. Baldas de libros bajeras sustituidas por peluches para evitar descalabros, cajón de los tuppers a libre disposición de los angelitos todas las estanterías altas a reventar de cosas para que no lleguen y cierres de seguridad de Ikea (nuestra segunda residencia) a tutiplén.
Para que os hagáis una idea, es un piso normal de familia, o sea, con cocina, baño, aseo, y cuatro habitaciones infantiles.

¡¡¡Pero me niego!!!, yo quiero ser como las americanas esas, estilosas, guapas (admito que eso tiene mal arreglo) y super organizadas.
Cuando empecé la rebelión contra el chandal y las pantuflas, sabía que me quedaba una temporadita larga como ama de casa, así que lo primero que decidí es hacerme Maleni. O sea maruja pero con estilo. La transformación es fácil, pero lleva su tiempo y hay que saber inglés.

- Empieza por cambiar el chandal por un delantalito rosa de cuadros de vichy y florecitas, o de toile de Jouy, y si ya te plantas un gorro de cocinera a juego, es lo más de lo más. (Me negué a eso por mi extraña similitud con un champiñón).

- Luego te empollas de cabo a rabo todos los libros de Martha Stewart, y por supuesto dejas de referirte a ella por el apellido para pasar a llamarla Martha, así a secas, dando por hecho que no hay más Martas en el mundo y que cualquiera que te oiga sabe inmediatamente quién es. Es una diosa (aparte del pequeño detallito de que haya estado en la cárcel y la duda permanente de que sus libros los escriba ella) ¡qué digo! es LA DIOSA de toda Maleni que se precie

- Empiezas a cambiar las rosquillas fritas, los pestiños y demás ordinarieces por galletitas para el té y por cupcakes y macaroons, y te aficionas a todo blog viviente que tenga algo que ver con todos esos temas. La revista The Whole Kitchen es otra de las biblias de nuestro movimiento.

Hay mucha gente que ha empezado a referirse a nosotras las malenis con desprecio, pero es sólo envidia cochina de nuestro mundo rosa perfecto que huele a galletitas recién horneadas con niños sin mocos y mariditos que te llaman "sweetie"*. Yo soy Maleni a mucha honra, y prefiero mil veces ser Maleni a Choni, que eso es mucho más chungo.

Dicen las malas lenguas que a las Malenis nos encanta la película esa de Amelie. Pues no lo sé, pero eso no es imprescindible, es más, me pareció un tostón, pero oye, todo va en gustos y las malenis somos muy respetuosas con el mal gusto de los demás.
En lo que no pienso transigir es en cambiar a mi Antonio Machado, a mi Benito el garbancero, o a mi Valle Inclán por las dichosas sombras de Grey, mi malenismo tiene sus límites, el mío es castizo, y a mi el que me pondría sería un Marqués de Bradomín cualquiera. Me lo voy a leer sólo por poder comentar con conocimiento de causa ...y lo que surja.

(* No os equivoquéis, si alguien llama a su marido "querido" y a sus hijos "tesoro" lo que es es una cursi y ha visto demasiadas series americanas, no confundamos términos).

En mi proceso malenístico me abrí, bueno realmente "reabrí" mi blog de repostería para transformarlo en blog afín al movimiento donde pongo todas las cositas que hago en mi casa, de manualidades, decoración y demás. Puedes visitarlo aquí
Luego me puse a dieta, y esto va para rato, pero por lo menos he podido dejar de usar los pantalones de prenatal, que eso ya es algo. Para usar los de Zara calculo yo que faltarán unos diez o doce kilos años.
Y durante todo este proceso, para desahogarme y que no me diera un patatús como consecuencia de un estrés, empecé a contar en facebook todas mis aventuras de ama de casa Maleni con gemelos.
Las que más éxito tuvieron fueron las de mis Zipi y Zape (nombres ficticios), porque lógicamente una ha pasado a segundo, tercer o cuarto plano y de un tiempo a esta parte nadie me hace ni caso, ni aunque me vista de farolillo, cuando voy acompañada de estos dos bombones.
Cuando voy sola tampoco, pero eso ya es por lo de los taitantos.
En fin, que todas las aventuras de mi vida Maleni están en mi blog de cookies olé, y las aventuras de mi vida con Zipi y Zape las voy a escribir aquí, más que nada por no mezclar churras con merinas.

Así que ahora mi frase mantra de todos estos meses, la que repito con las manos en la cabeza de manera teatral (gesto que los nanos repiten desc********** perdidos) cada vez que la lian, se va a convertir en mi nuevo blog terapéutico con una pequeña modificación vocal.
¡La madrededios!

¡Bienvenidos todos!

Madrededós, probando probando

Club de fans de Zipi y Zape y de la madre que los parió. ¿Estáis por ahí?. ¡Manifestáos!
Acabo de crear este blog y no sé si lo estoy haciendo bien
One, two, three ¿Me se oye, me se oye?